sábado, 6 de abril de 2013

Tazría-Metzorá




La persona que contraía la enfermedad de tzaráat (similar a la lepra) tenía prohibido entrar en el Santuario. Por consiguiente, cuando el color de la piel indicaba que podría estar aquejada de la enfermedad, era examinada por el sacerdote. Si el cohén, después de revisar las manchas o costras de la piel, no podía dar un veredicto definitivo referente al tzaraat, la persona era aislada durante siete días y luego reexaminada. Si la apariencia de la piel permanecía igual, el enfermo era confinado por otros siete días. Luego se realizaba un examen final. Si la marca no se había extendido, la persona era declarada ritualmente pura. Por otra parte, si las manchas se habían difundido, la persona era declarada metzorá, enferma de tzaraat. Era enviada entonces a vivir fuera del campamento de la congregación, con las ropas rasgadas, y el cabello desgreñado. Se le indicaba que gritara "impuro, impuro", como advertencia para que los demás no lo tocaran.
Cuando la enfermedad disminuía, la persona era examinada nuevamente por un cohén, fuera del campamento, para asegurarse de que la recuperación era completa. Las elaboradas ceremonias de purificación que seguían se extendían por ocho días, y se observaban ritos especiales durante el primero y el último. El sacerdote ofrecía sacrificios y en el proceso de purificación se usaba madera de cedro e hisopo. El ex metzorá era entonces declarado miembro pleno de la comunidad.
Las leyes de tzaraat se aplicaban por igual a una vestimenta y a una casa. Si las ropas mostraban signos de tzaraat, podían ser quemadas, según el caso. Si una casa aparecía súbitamente marcada con rayas verdes o rojas, era tapiada por siete días. Si las rayas se extendían, las piedras afectadas eran removidas y reemplazadas por otras nuevas. La casa era revocada y las viejas piedras y el polvo eran arrojados en un área contaminada, especialmente establecida fuera del campamento. Si aún quedaban signos de tzaraat en las paredes, todo el edificio era demolido y sus materiales arrojados en el área contaminada fuera del campamento.
Ciertas impurezas físicas hacían a un hombre o una mujer ritualmente impuros y, por ende, tenían prohibido entran en el Santuario o tocar objetos sagrados. Este estado de impureza finalizaba después del tiempo prescripto para las ceremonias especiales de purificación.

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