Toda promesa hecha a D-s creaba
una obligación, positiva, (por ejemplo, una contribución voluntaria al
Mishcán - tabernáculo), otra negativa (abstenerse de ciertas actividades). Sin
embargo, esta regla general era restringida en los casos de una promesa hecha
por una mujer bajo la jurisdicción del padre o el esposo. Así, una mujer joven
y soltera que vivía en la casa del padre, o una mujer que estaba a punto de
casarse o que ya lo había hecho, no estaba obligada a cumplir su promesa si el
padre o el esposo (según fuera el caso), la desaprobaba. Esta desaprobación
debía ser expresada el mismo día en que se había enterado de la promesa, o de
otro modo cargaría con la culpa por su incumplimiento. Las promesas de una
viuda o divorciada creaban una obligación.
El ataque a los midianitas fue llevado a cabo por doce mil guerreros israelitas, mil por cada tribu. Iban acompañados por Pinjás, quien llevó consigo las vasijas sagradas y las trompetas para llamar a la batalla. Durante la guerra fue matado todo midianita varón, incluso los cinco reyes de Midián y Bilam Ben Beor. Los vencedores tomaron a las mujeres, los niños, el ganado y otras posesiones de los midianitas como botín. Sin embargo, Moshé los amonestó por haber dejado con vida a las mujeres, que habían sido la causa de la plaga sobre los b´nei Israel. Los soldados, habiéndose tornado impuros por su contacto con los muertos, recibieron orden de permanecer fuera del campamento durante siete días a fin de someterse a la ceremonia de purificación. Todas sus vestimentas y utensilios fueron limpiados de acuerdo con las reglas establecidas por Elazar, el Cohén Gadol (sumo sacerdote), que las había aprendido de Moshé. El botín fue dividido luego en partes iguales entre los que habían ido a la guerra, por un lado, y los restantes por el otro. Los soldados aportaron un quingentésimo de su botín para los cohanim, mientras que los no combatientes dieron un quincuagésimo de su parte a los leviím. Los guerreros que regresaban, agradecidos por no haber caído en la batalla, hicieron una ofrenda voluntaria al Mishcán, consistente en ornamentos de oro de los cuales se habían apoderado.
Las tribus de Reuvén y Gad poseían grandes rebaños de ganado y pidieron permiso para establecerse en la tierra de pasturas de Guilad, al este del Jordán. Al principio Moshé desaprobó este plan. El temía que si estas dos tribus quedaban atrás durante la conquista de Canaán, las otras tribus podrían desanimarse. Sin embargo, cuando los reuvenitas y gaditas explicaron que tenían la intención de cruzar el Jordán y luchar junto con sus compañeros judíos mientras sus familias permanecían en Guilad, Moshé cambió de opinión y encargó a Iehoshúa que se asegurara de que esa promesa fuera cumplida. De otro modo, estas tribus perderían el derecho a todo reclamo sobre su asentamiento en Guilad.
Resumen de la Parashá Maséi
Moshé registró el itinerario de los b´nei Israel a través del desierto desde el momento en que abandonaron Egipto hasta su llegada a las llanuras de Moav. En total, los israelitas habían acampado en cuarenta y dos lugares distintos durante sus cuarenta años de deambular.
Después de haber expulsado a los habitantes de Canaán, el pueblo recibió la orden de destruir todo vestigio de idolatría en ese territorio. La tierra sería distribuida por lotes den proporción a la cantidad de miembros de cada tribu. Fueron designados diez dirigentes, uno para cada una de las tribus respectivas. A ellos, juntamente con Iehoshúa y Elazar, el Cohén Gadol, se les confió la adjudicación equitativa de la tierra. Los leviím no recibieron ningún territorio. En lugar de ello se les otorgaron cuarenta y ocho ciudades a ambos lados del Jordán.
Seis de ellas, tres a cada lado de este río, fueron instituidas como arei miklat ("ciudades de refugio"), además de las otras cuarenta y dos menores. Ellas servirían de asilo para cualquier persona que hubiera matado a otra accidentalmente, permitiéndole escapar a la acción vengadora de los parientes del muerto. Luego de un asesinato accidental, el que lo hubiera perpetrado podía huir a esas ciudades de refugio, donde sería llevado ante un tribunal. Si los jueces decidían que se trataba de un caso de asesinato intencional, la persona sería entregada al vengador de la víctima (un pariente cercano). Por otra parte, cualquiera que cometiese un asesinato premeditado sería ejecutado. Asimismo, si el crimen no había sido premeditado y no tenía intención maligna, el que lo hubiera perpetrado tendría que permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del Cohén Gadol. Incluso un asesinato intencional no podía ser condenado a muerte amenos que hubiera dos testigos que incriminaran al asesino. La sentencia de muerte por asesinato premeditado no podía ser conmutada por medio del pago de dinero, ni tampoco podía el asesino por accidente librarse del exilio en la ciudad de refugio con ese subterfugio.
Los dirigentes de la familia de Guilad, de la tribu de Menashé, plantearon el problema de la tierra heredada por hijas, tales como las de Tz´lofjad. Si estas hijas se casaban con miembros de otras tribus, sus propiedades se perderían para su tribu original y pasarían a las nuevas. Esto conduciría a la reducción de las posesiones de la tribu a la que perteneciesen las mujeres. El problema fue resuelto con la decisión de que en tales casos, la heredera debían casarse con un miembro de la tribu de su padre. Esto es lo que ocurrió, de hecho, en el caso de las hijas de Tz´lofjad, que se casaron con sus propios primos, pero esta norma se aplica solamente a aquella generación.
Lilmod ULelamed
El ataque a los midianitas fue llevado a cabo por doce mil guerreros israelitas, mil por cada tribu. Iban acompañados por Pinjás, quien llevó consigo las vasijas sagradas y las trompetas para llamar a la batalla. Durante la guerra fue matado todo midianita varón, incluso los cinco reyes de Midián y Bilam Ben Beor. Los vencedores tomaron a las mujeres, los niños, el ganado y otras posesiones de los midianitas como botín. Sin embargo, Moshé los amonestó por haber dejado con vida a las mujeres, que habían sido la causa de la plaga sobre los b´nei Israel. Los soldados, habiéndose tornado impuros por su contacto con los muertos, recibieron orden de permanecer fuera del campamento durante siete días a fin de someterse a la ceremonia de purificación. Todas sus vestimentas y utensilios fueron limpiados de acuerdo con las reglas establecidas por Elazar, el Cohén Gadol (sumo sacerdote), que las había aprendido de Moshé. El botín fue dividido luego en partes iguales entre los que habían ido a la guerra, por un lado, y los restantes por el otro. Los soldados aportaron un quingentésimo de su botín para los cohanim, mientras que los no combatientes dieron un quincuagésimo de su parte a los leviím. Los guerreros que regresaban, agradecidos por no haber caído en la batalla, hicieron una ofrenda voluntaria al Mishcán, consistente en ornamentos de oro de los cuales se habían apoderado.
Las tribus de Reuvén y Gad poseían grandes rebaños de ganado y pidieron permiso para establecerse en la tierra de pasturas de Guilad, al este del Jordán. Al principio Moshé desaprobó este plan. El temía que si estas dos tribus quedaban atrás durante la conquista de Canaán, las otras tribus podrían desanimarse. Sin embargo, cuando los reuvenitas y gaditas explicaron que tenían la intención de cruzar el Jordán y luchar junto con sus compañeros judíos mientras sus familias permanecían en Guilad, Moshé cambió de opinión y encargó a Iehoshúa que se asegurara de que esa promesa fuera cumplida. De otro modo, estas tribus perderían el derecho a todo reclamo sobre su asentamiento en Guilad.
Resumen de la Parashá Maséi
Moshé registró el itinerario de los b´nei Israel a través del desierto desde el momento en que abandonaron Egipto hasta su llegada a las llanuras de Moav. En total, los israelitas habían acampado en cuarenta y dos lugares distintos durante sus cuarenta años de deambular.
Después de haber expulsado a los habitantes de Canaán, el pueblo recibió la orden de destruir todo vestigio de idolatría en ese territorio. La tierra sería distribuida por lotes den proporción a la cantidad de miembros de cada tribu. Fueron designados diez dirigentes, uno para cada una de las tribus respectivas. A ellos, juntamente con Iehoshúa y Elazar, el Cohén Gadol, se les confió la adjudicación equitativa de la tierra. Los leviím no recibieron ningún territorio. En lugar de ello se les otorgaron cuarenta y ocho ciudades a ambos lados del Jordán.
Seis de ellas, tres a cada lado de este río, fueron instituidas como arei miklat ("ciudades de refugio"), además de las otras cuarenta y dos menores. Ellas servirían de asilo para cualquier persona que hubiera matado a otra accidentalmente, permitiéndole escapar a la acción vengadora de los parientes del muerto. Luego de un asesinato accidental, el que lo hubiera perpetrado podía huir a esas ciudades de refugio, donde sería llevado ante un tribunal. Si los jueces decidían que se trataba de un caso de asesinato intencional, la persona sería entregada al vengador de la víctima (un pariente cercano). Por otra parte, cualquiera que cometiese un asesinato premeditado sería ejecutado. Asimismo, si el crimen no había sido premeditado y no tenía intención maligna, el que lo hubiera perpetrado tendría que permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del Cohén Gadol. Incluso un asesinato intencional no podía ser condenado a muerte amenos que hubiera dos testigos que incriminaran al asesino. La sentencia de muerte por asesinato premeditado no podía ser conmutada por medio del pago de dinero, ni tampoco podía el asesino por accidente librarse del exilio en la ciudad de refugio con ese subterfugio.
Los dirigentes de la familia de Guilad, de la tribu de Menashé, plantearon el problema de la tierra heredada por hijas, tales como las de Tz´lofjad. Si estas hijas se casaban con miembros de otras tribus, sus propiedades se perderían para su tribu original y pasarían a las nuevas. Esto conduciría a la reducción de las posesiones de la tribu a la que perteneciesen las mujeres. El problema fue resuelto con la decisión de que en tales casos, la heredera debían casarse con un miembro de la tribu de su padre. Esto es lo que ocurrió, de hecho, en el caso de las hijas de Tz´lofjad, que se casaron con sus propios primos, pero esta norma se aplica solamente a aquella generación.
Lilmod ULelamed
GALEGO
Toda promesa feita a D-s creaba unha obrigación, positiva, (por exemplo, unha contribución voluntaria ao Mishcán - tabernáculo), outra negativa (absterse de certas actividades). Con todo, esta regra xeral era restrinxida nos casos dunha promesa feita por unha muller baixo a xurisdición do pai ou o esposo. Así, unha muller nova e solteira que vivía na casa do pai, ou unha muller que estaba a piques de casar ou que xa o fixo, non estaba obrigada a cumprir a súa promesa se o pai ou o esposo (segundo fóra o caso), a desaprobaba. Esta desaprobación debía ser expresada o mesmo día en que se decatou da promesa, ou doutro xeito cargaría coa culpa polo seu incumprimento. As promesas dunha viúva ou divorciada creaban unha obrigación.
O ataque aos midianitas foi levado a cabo por doce mil guerreiros israelitas, mil por cada tribo. Ían acompañados por Pinjás, quen levou consigo as vasijas sacras e as trompetas para chamar á batalla. Durante a guerra foi matado todo midianita home, ata os cinco reis de Midián e Bilam Ben Beor. Os vencedores tomaron ás mulleres, os nenos, o gando e outras posesións dos midianitas como botín. Con todo, Moshé amoestounos por deixar con vida ás mulleres, que foran a causa da praga sobre os b´nei Israel. Os soldados, habéndose tornado impuros polo seu contacto cos mortos, recibiron orde de permanecer fose do campamento durante sete días a fin de someterse á cerimonia de purificación. Todas as súas vestimentas e utensilios foron limpados de acordo coas regras establecidas por Elazar, o Cohén Gadol (sumo sacerdote), que as aprendeu de Moshé. O botín foi dividido logo en partes iguais entre os que foran á guerra, por unha banda, e os restantes polo outro. Os soldados achegaron un quingentésimo do seu botín para os cohanim, mentres que os non combatentes deron un quincuaxésimo do seu parte aos leviím. Os guerreiros que regresaban, agradecidos por non caer na batalla, fixeron unha ofrenda voluntaria ao Mishcán, consistente en ornamentos de ouro dos cales apoderáronse.
As tribos de Reuvén e Gad posuían grandes rabaños de gando e pediron permiso para establecerse na terra de pasturas de Guilad, ao leste do Jordán. Ao principio Moshé desaprobó este plan. O temía que se estas dúas tribos quedaban atrás durante a conquista de Canaán, as outras tribos poderían desanimarse. Con todo, cando os reuvenitas e gaditas explicaron que tiñan a intención de cruzar o Jordán e loitar xunto cos seus compañeiros xudeus mentres as súas familias permanecían en Guilad, Moshé cambiou de opinión e encargou a Iehoshúa que se asegurase de que esa promesa fose cumprida. Doutro xeito, estas tribos perderían o dereito a todo reclamo sobre o seu asentamento en Guilad.
Resumo da Parashá Maséi
Moshé rexistrou o itinerario dos b´nei Israel a través do deserto desde o momento en que abandonaron Exipto ata a súa chegada ás chairas de Moav. En total, os israelitas acamparan en corenta e dous lugares distintos durante os seus corenta anos de deambular.
Logo de expulsar aos habitantes de Canaán, o pobo recibiu a orde de destruír todo vestixio de idolatría nese territorio. A terra sería distribuída por lotes dean proporción á cantidade de membros de cada tribo. Foron designados dez dirixentes, un para cada unha das tribos respectivas. A eles, juntamente con Iehoshúa e Elazar, o Cohén Gadol, confióuselles a adxudicación equitativa da terra. Os leviím non recibiron ningún territorio. En lugar diso outorgáronselles corenta e oito cidades a ambos os dous lados do Jordán.
Seis delas, tres a cada lado deste río, foron instituidas como arei miklat ("cidades de refuxio"), ademais das outras corenta e dous menores. Elas servirían de asilo para calquera persoa que matase a outra accidentalmente, permitíndolle escapar á acción vengadora dos parentes do morto. Logo dun asasinato accidental, o que o perpetrou podía fuxir a esas cidades de refuxio, onde sería levado ante un tribunal. Se os xuíces decidían que se trataba dun caso de asasinato intencional, a persoa sería entregada ao vengador da vítima (un parente próximo). Por outra banda, calquera que cometese un asasinato premeditado sería executado. Así mesmo, se o crime non fora premeditado e non tiña intención maligna, o que o perpetrou tería que permanecer na cidade de refuxio ata a morte do Cohén Gadol. Ata un asasinato intencional non podía ser condenado á morte amenos que houbese dúas testemuñas que incriminasen ao asasino. A sentenza de morte por asasinato premeditado non podía ser conmutada por medio do pago de diñeiro, nin tampouco podía o asasino por accidente librarse do exilio na cidade de refuxio con ese subterfugio.
Os dirixentes da familia de Guilad, da tribo de Menashé, expuxeron o problema da terra herdada por fillas, talles como as de Tz´lofjad. Se estas fillas casaban con membros doutras tribos, as súas propiedades perderíanse para a súa tribo orixinal e pasarían ás novas. Isto conduciría á redución das posesións da tribo á que pertencesen as mulleres. O problema foi resolto coa decisión de que en tales casos, a herdeira debían casar cun membro da tribo do seu pai. Isto é o que ocorreu, de feito, no caso das fillas de Tz´lofjad, que casaron cos seus propios curmáns, pero esta norma aplícase soamente a aquela xeración
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Lilmod ULelamed