viernes, 18 de enero de 2013

Bo (Shemot 10:1 - 13:16)





Después que Moshé advirtiera a Paró que al día siguiente una plaga de langostas destruiría las cosechas de Egipto, los cortesanos lo instaron a que permitiera la partida de los israelitas varones. Sin embargo, Moshé y Aharón insistieron en que se autorizara a salir también a las mujeres, los niños y los rebaños. Como resultado, fueron expulsados del recinto de Paró. Al día siguiente, Moshé extendió su bastón y un viento del Este trajo a Egipto una plaga de langostas que devoraron la vegetación del país. Después de presenciar este desastre el faraón admitió su error y rogó a Moshé y a Aharón que rezaran por la eliminación de la plaga. Así lo hicieron y un fuerte viento retornó una vez más a su obstinada negativa.
Entonces Moshé produjo la plaga siguiente: una total oscuridad que envolvió la tierra de Egipto durante seis días. Durante tres de ellos los egipcios ni siquiera pudieron moverse. Sólo los israelitas tenían luz en sus viviendas. El caos resultante de esa pesadilla fue demasiado para el faraón, quien ofreció dejar que partieran los israelitas -hombres y niños- siempre que dejaran los rebaños como garantía de que regresarían. Moshé rechazó esta condición y Paró le prohibió que apareciera de nuevo ante su presencia. Moshé replicó que habría una plaga final de efectos devastadores: ella le costaría la vida a todos los primogénitos egipcios. Moshé y Aharón partieron entonces por última vez.
D-s informó a Moshé que la redención estaba próxima y que de allí en adelante el año comenzaría en el mes de la liberación (Nisan). El décimo día de este mes cada jefe de familia debía apartar un cordero macho sin defectos, para mantenerlo hasta la noche del día decimocuarto, ocasión en la que debía ser sacrificado. Parte de la sangre sería salpicada sobre el marco de la puerta de toda casa judía como señal de que sus habitantes eran israelitas. Esa noche, la carne del sacrificio debía ser comida, cuando estuvieran asada, con pan sin leudar y hierbas amargas. Todo lo que quedara en la mañana debía ser quemado. Más aún, era menester comer apresuradamente y los comensales debían estar preparados para iniciar un viaje. Aquella sería la noche en que Hashem eliminaría a todos los primogénitos de Egipto, con excepción de los que estaban en casas salpicadas con sangre de cordero. Desde entonces esa festividad ha sido observada anualmente como Pésaj y es un permanente recordatorio de la liberación de Egipto. Durante siete días se comería pan ázimo y los días primero y séptimo de la festividad debían ser observados como una asamblea sagrada, con la prohibición de hacer cualquier trabajo. El sacrificio de las ofrendas de Pesaj debía ser observado en Canaán después de la conquista, y su significación debía ser explicada a las generaciones siguientes.
Exactamente a medianoche, D-s eliminó a todos los primogénitos egipcios, tanto hombres como animales. Paró y sus compatriotas se levantaron en mitad de la noche para lamentarse amargamente por las pérdidas de vidas. Pidió entonces a los israelitas que partieran, no ya como una orden real, sino con un dejo de sometimiento, tal como Hashem lo había anticipado.
Los israelitas partieron con tal apresuramiento, que la masa del pan con levadura no tuvo tiempo de leudar (desde entonces y para conmemorar este hecho, los judíos han estado comiendo pan ázimo o matzá, en Pesaj). Eran seiscientos mil hombres los que comenzaron el viaje y llevaron con ellos a sus esposas e hijos. También transportaban una gran cantidad de oro y plata que los egipcios les habían entregado. Los judíos recibieron orden de llevar un korbán Pesaj el catorce de Nisán de cada año. También se les ordenó que redimieran a sus hijos primogénitos varones en todas las generaciones futuras, y que usaran tefilín (filactelias) "como señal en tu mano y como recordatorio entre tus ojos", para que no olvidaran la salvación de los judíos en Egipto.
Lilmod ULelamed