Cuando
los israelitas salieron de Egipto, Hashem no los condujo a Canaán por la ruta
directa, a través de las tierra de los filisteos, con el objeto de que no se
toparan con ejércitos hostiles y lamentaran la partida. En lugar de ello, el
pueblo viajó en dirección opuesta, guiado por una columna de nubes durante el
día, y de fuego por la noche. Moshé no olvidó transportar los restos de Iosef,
como éste había pedido. Los israelitas ya habían llegado a Etam, en el límite
del desierto, cuando recibieron orden de regresar y acampar junto al Mar Rojo.
Allí Paró los persiguió pensando que estaban atrapados en el desierto, pero el
Señor nuevamente proveyó a su salvación
Tan pronto como el pueblo judío hubo partido, el faraón se lamentó de haberle permitido salir. Reunió a todo su ejército, que consistía de muchos soldados y carros, y persiguió a los israelitas. Muy pronto los egipcios estuvieron pisándoles los talones a los judíos, que fueron dominados por el pánico y se quejaron amargamente a Moshé: "Habría sido mucho mejor para nosotros servir en Egipto que morir en el desierto", clamaban. Pero Moshé les aseguró que D-s lucharía por ellos una vez más. La columna de nubes que los guiaba se movió hacia la retaguardia, creando un velo oscuro que obstaculizó el avance egipcio. Por orden del Señor, Moshé extendió la mano sobre el Mar Rojo. Un fuerte viento sopló, entonces, del Este y dividió las aguas. Esto permitió a los israelitas cruzar el mar con el lecho seco. Los egipcios los siguieron dentro del mar pero fueron sumidos en un estado de confusión por Hashem. Las ruedas de sus carros se atascaron en la arena húmeda. Entonces Moshé extendió nuevamente su mano sobre el mar y las aguas se cerraron sobre los egipcios y sus caballos, ahogándolos.
Moshé y los hijos de Israel entonaron una canción de triunfo, en la cual alababan el infinito poder de D-s, que había destruído al enemigo. El guiaría a Israel sin peligro a Canáan, cuyos habitantes se aterrorizaron al enterarse del aniquilamiento de los egipcios.
Los judíos marcharon continuadamente en dirección al Sur, a través del desierto de Shur, hacia Mará (amargor), llamado así por el sabor de sus aguas. Abrasado por la sed, el pueblo comenzó a murmurar contra Moshé.Entonces fue mostrado un tronco que al ser arrojado a las aguas, las endulzó. Los israelitas se refrescaron y continuaron su camino hacia el oasis de Elim.
Marchando hacia el interior, entraron en el desierto del Sinaí un mes después de su partida de Egipto. Pronto la falta de alimentos les hizo decir que mejor hubieran vivido en medio de los lujos de Egipto. Hashem les comunicó que haría caer pan del cielo y los sometería a una prueba para saber si obedecían Su ley. Por la noche venían al campamento aves migratorias, codornices, y de este modo el pueblo recibió provisión de carne. En la mañana el terreno estuvo cubierto de man (maná), el cual tenía el sabor que deseara cada consumidor. Se ordenó a los israelitas que recogieran no más de un ómer (medida de 4 litros, aproximadamente) de man por persona cada día. Empero, el sexto día debía juntarse una porción doble para disponer de alimento también en Shabat, día en que está prohibido trabajar. Un ómer de man era colocado en una vasija de arcilla delante del Arca en el Mishcán, como testimonio de la bondad de Hashem.
El Refidim, ubicada más hacia el sur, el pueblo disputó nuevamente con Moshe, quejándose de la falta de agua. Por orden de D-s, Moshé golpeó una roca en el cercano monte Jorev con el bastón que había utilizado en Egipto, y brotó una corriente de agua que permitió a la gente beber a voluntad. El lugar en que ocurrió este milagro fue llamado Masá-Merivá.
La tribu de Amalek atacó a los israelitas en Refidim y éstos se defendieron bajo el mando de Iehoshúa. En el fragor de la batalla, Moshe ascendió a la cima del collado, llevando su bastón. Fue acompañado por Aharon y Jur. Estos sostenían sus brazos cuando se cansaba, pues Israel sólo vencía cuando Moshé mantenía en alto las manos orando a D-s. La batalla duró hasta la puesta del sol y Amalek fue derrotado. Moshé recibió orden de registrar este incidente e inculcar su importancia en Iehoshua, quien conduciría a los israelitas en Canaán. Por su traición al atacar a Israel, la tribu de Amalek debía ser totalmente destruida y su recuerdo borrado de la faz de la Tierra.
Lilmod ULelamed
Tan pronto como el pueblo judío hubo partido, el faraón se lamentó de haberle permitido salir. Reunió a todo su ejército, que consistía de muchos soldados y carros, y persiguió a los israelitas. Muy pronto los egipcios estuvieron pisándoles los talones a los judíos, que fueron dominados por el pánico y se quejaron amargamente a Moshé: "Habría sido mucho mejor para nosotros servir en Egipto que morir en el desierto", clamaban. Pero Moshé les aseguró que D-s lucharía por ellos una vez más. La columna de nubes que los guiaba se movió hacia la retaguardia, creando un velo oscuro que obstaculizó el avance egipcio. Por orden del Señor, Moshé extendió la mano sobre el Mar Rojo. Un fuerte viento sopló, entonces, del Este y dividió las aguas. Esto permitió a los israelitas cruzar el mar con el lecho seco. Los egipcios los siguieron dentro del mar pero fueron sumidos en un estado de confusión por Hashem. Las ruedas de sus carros se atascaron en la arena húmeda. Entonces Moshé extendió nuevamente su mano sobre el mar y las aguas se cerraron sobre los egipcios y sus caballos, ahogándolos.
Moshé y los hijos de Israel entonaron una canción de triunfo, en la cual alababan el infinito poder de D-s, que había destruído al enemigo. El guiaría a Israel sin peligro a Canáan, cuyos habitantes se aterrorizaron al enterarse del aniquilamiento de los egipcios.
Los judíos marcharon continuadamente en dirección al Sur, a través del desierto de Shur, hacia Mará (amargor), llamado así por el sabor de sus aguas. Abrasado por la sed, el pueblo comenzó a murmurar contra Moshé.Entonces fue mostrado un tronco que al ser arrojado a las aguas, las endulzó. Los israelitas se refrescaron y continuaron su camino hacia el oasis de Elim.
Marchando hacia el interior, entraron en el desierto del Sinaí un mes después de su partida de Egipto. Pronto la falta de alimentos les hizo decir que mejor hubieran vivido en medio de los lujos de Egipto. Hashem les comunicó que haría caer pan del cielo y los sometería a una prueba para saber si obedecían Su ley. Por la noche venían al campamento aves migratorias, codornices, y de este modo el pueblo recibió provisión de carne. En la mañana el terreno estuvo cubierto de man (maná), el cual tenía el sabor que deseara cada consumidor. Se ordenó a los israelitas que recogieran no más de un ómer (medida de 4 litros, aproximadamente) de man por persona cada día. Empero, el sexto día debía juntarse una porción doble para disponer de alimento también en Shabat, día en que está prohibido trabajar. Un ómer de man era colocado en una vasija de arcilla delante del Arca en el Mishcán, como testimonio de la bondad de Hashem.
El Refidim, ubicada más hacia el sur, el pueblo disputó nuevamente con Moshe, quejándose de la falta de agua. Por orden de D-s, Moshé golpeó una roca en el cercano monte Jorev con el bastón que había utilizado en Egipto, y brotó una corriente de agua que permitió a la gente beber a voluntad. El lugar en que ocurrió este milagro fue llamado Masá-Merivá.
La tribu de Amalek atacó a los israelitas en Refidim y éstos se defendieron bajo el mando de Iehoshúa. En el fragor de la batalla, Moshe ascendió a la cima del collado, llevando su bastón. Fue acompañado por Aharon y Jur. Estos sostenían sus brazos cuando se cansaba, pues Israel sólo vencía cuando Moshé mantenía en alto las manos orando a D-s. La batalla duró hasta la puesta del sol y Amalek fue derrotado. Moshé recibió orden de registrar este incidente e inculcar su importancia en Iehoshua, quien conduciría a los israelitas en Canaán. Por su traición al atacar a Israel, la tribu de Amalek debía ser totalmente destruida y su recuerdo borrado de la faz de la Tierra.
Lilmod ULelamed
EN GALEGO
Cando os israelitas saíron de
Egipto, Hashem non os conduciu a Canaán pola ruta directa, a través das terra
dos filisteos, co obxecto de que non se topasen con exércitos hostís e
lamentasen a partida. En lugar diso, o pobo viaxou en dirección oposta, guiado
por unha columna de nubes durante o día, e de lume pola noite. Moshé non
esqueceu transportar os restos de Iosef, como este pedira. Os israelitas xa
chegaran a Etam, no límite do deserto, cando recibiron orde de regresar e
acampar xunto ao Mar Vermello. Alí Parou perseguiunos pensando que estaban
atrapados no deserto, pero o Señor nuevamente proveu á súa salvación
Axiña que como o pobo xudeu houbo partido, o faraón lamentouse de haberlle permitido saír. Reuniu a todo o seu exército, que consistía de moitos soldados e carros, e perseguiu aos israelitas. Moi pronto os egipcios estiveron pisándolles os talóns aos xudeus, que foron dominados polo pánico e queixáronse amargamente a Moshé: "sería moito mellor para nós servir en Egipto que morrer no deserto", clamaban. Pero Moshé aseguroulles que D-s loitaría por eles unha vez máis. A columna de nubes que os guiaba moveuse cara á retaguardia, creando un veo escuro que obstaculizou o avance egipcio. Por orde do Señor, Moshé estendeu a man sobre o Mar Vermello. Un forte vento soprou, entón, do Leste e dividiu as augas. Isto permitiu aos israelitas cruzar o mar co leito seco. Os egipcios seguíronos dentro do mar pero foron sumidos nun estado de confusión por Hashem. As rodas dos seus carros atascáronse na area húmida. Entón Moshé estendeu nuevamente a súa man sobre o mar e as augas pecháronse sobre os egipcios e os seus cabalos, afogándoos.
Moshé e os fillos de Israel entonaron unha canción de triunfo, na cal encomiaban o infinito poder de D-s, que había destruído ao inimigo. O guiaría a Israel sen perigo a Canáan, cuxos habitantes aterrorizar ao decatarse do aniquilamiento dos egipcios.
Os xudeus marcharon continuadamente en dirección ao Sur, a través do deserto de Shur, cara a Mará (amargor), chamado así polo sabor das súas augas. Abrasado pola sede, o pobo comezou a murmurar contra Moshé.Entón foi mostrado un tronco que ao ser arroxado ás augas, as endulzó. Os israelitas refrescáronse e continuaron o seu camiño cara ao oasis de Elim.
Marchando cara ao interior, entraron no deserto do Sinaí un mes logo da súa partida de Egipto. Pronto a falta de alimentos fíxolles dicir que mellor vivisen no medio dos luxos de Egipto. Hashem comunicoulles que faría caer pan do ceo e someteríaos a unha proba para saber si obedecían A súa lei. Pola noite viñan ao campamento aves migratorias, codornices, e deste xeito o pobo recibiu provisión de carne. Na mañá o terreo estivo cuberto de man (maná), o cal tiña o sabor que desexase cada consumidor. Ordenouse aos israelitas que recollesen non máis dun ómer (medida de 4 litros, aproximadamente) de man por persoa cada día. Emporiso, o sexto día debía xuntarse unha porción dobre para dispoñer de alimento tamén en Shabat, día en que está prohibido traballar. Un ómer de man era colocado nunha vasija de arcilla diante do Arca no Mishcán, como testemuño da bondade de Hashem.
O Refidim, situada máis cara ao sur, o pobo disputou nuevamente con Moshe, queixándose da falta de auga. Por orde de D-s, Moshé golpeou unha roca no próximo monte Jorev co bastón que utilizara en Egipto, e brotou unha corrente de auga que permitiu á xente beber a vontade. O lugar en que ocorreu este milagre foi chamado Masá-Merivá.
A tribo de Amalek atacou aos israelitas en Refidim e estes defendéronse baixo o mando de Iehoshúa. No fragor da batalla, Moshe ascendeu á cima do collado, levando o seu bastón. Foi acompañado por Aharon e Jur. Estes sostiñan os seus brazos cando se cansaba, pois Israel só vencía cando Moshé mantiña no alto as mans orando a D-s. A batalla durou ata a posta do sol e Amalek foi derrotado. Moshé recibiu orde de rexistrar este incidente e inculcar a súa importancia en Iehoshua, quen conduciría aos israelitas en Canaán. Pola súa traizón ao atacar a Israel, a tribo de Amalek debía ser totalmente destruída e o seu recordo borrado da face da Terra.
Lilmod ULelamed
Axiña que como o pobo xudeu houbo partido, o faraón lamentouse de haberlle permitido saír. Reuniu a todo o seu exército, que consistía de moitos soldados e carros, e perseguiu aos israelitas. Moi pronto os egipcios estiveron pisándolles os talóns aos xudeus, que foron dominados polo pánico e queixáronse amargamente a Moshé: "sería moito mellor para nós servir en Egipto que morrer no deserto", clamaban. Pero Moshé aseguroulles que D-s loitaría por eles unha vez máis. A columna de nubes que os guiaba moveuse cara á retaguardia, creando un veo escuro que obstaculizou o avance egipcio. Por orde do Señor, Moshé estendeu a man sobre o Mar Vermello. Un forte vento soprou, entón, do Leste e dividiu as augas. Isto permitiu aos israelitas cruzar o mar co leito seco. Os egipcios seguíronos dentro do mar pero foron sumidos nun estado de confusión por Hashem. As rodas dos seus carros atascáronse na area húmida. Entón Moshé estendeu nuevamente a súa man sobre o mar e as augas pecháronse sobre os egipcios e os seus cabalos, afogándoos.
Moshé e os fillos de Israel entonaron unha canción de triunfo, na cal encomiaban o infinito poder de D-s, que había destruído ao inimigo. O guiaría a Israel sen perigo a Canáan, cuxos habitantes aterrorizar ao decatarse do aniquilamiento dos egipcios.
Os xudeus marcharon continuadamente en dirección ao Sur, a través do deserto de Shur, cara a Mará (amargor), chamado así polo sabor das súas augas. Abrasado pola sede, o pobo comezou a murmurar contra Moshé.Entón foi mostrado un tronco que ao ser arroxado ás augas, as endulzó. Os israelitas refrescáronse e continuaron o seu camiño cara ao oasis de Elim.
Marchando cara ao interior, entraron no deserto do Sinaí un mes logo da súa partida de Egipto. Pronto a falta de alimentos fíxolles dicir que mellor vivisen no medio dos luxos de Egipto. Hashem comunicoulles que faría caer pan do ceo e someteríaos a unha proba para saber si obedecían A súa lei. Pola noite viñan ao campamento aves migratorias, codornices, e deste xeito o pobo recibiu provisión de carne. Na mañá o terreo estivo cuberto de man (maná), o cal tiña o sabor que desexase cada consumidor. Ordenouse aos israelitas que recollesen non máis dun ómer (medida de 4 litros, aproximadamente) de man por persoa cada día. Emporiso, o sexto día debía xuntarse unha porción dobre para dispoñer de alimento tamén en Shabat, día en que está prohibido traballar. Un ómer de man era colocado nunha vasija de arcilla diante do Arca no Mishcán, como testemuño da bondade de Hashem.
O Refidim, situada máis cara ao sur, o pobo disputou nuevamente con Moshe, queixándose da falta de auga. Por orde de D-s, Moshé golpeou unha roca no próximo monte Jorev co bastón que utilizara en Egipto, e brotou unha corrente de auga que permitiu á xente beber a vontade. O lugar en que ocorreu este milagre foi chamado Masá-Merivá.
A tribo de Amalek atacou aos israelitas en Refidim e estes defendéronse baixo o mando de Iehoshúa. No fragor da batalla, Moshe ascendeu á cima do collado, levando o seu bastón. Foi acompañado por Aharon e Jur. Estes sostiñan os seus brazos cando se cansaba, pois Israel só vencía cando Moshé mantiña no alto as mans orando a D-s. A batalla durou ata a posta do sol e Amalek foi derrotado. Moshé recibiu orde de rexistrar este incidente e inculcar a súa importancia en Iehoshua, quen conduciría aos israelitas en Canaán. Pola súa traizón ao atacar a Israel, a tribo de Amalek debía ser totalmente destruída e o seu recordo borrado da face da Terra.
Lilmod ULelamed