jueves, 15 de marzo de 2012

Vaiakhel-Pikudei (Shemot 35:1- 40:38)




Parashá Vaiakhel
Moshé transmitió a los bnei Israel los detalles de las órdenes del Señor relativas al Santuario y sus contenidos, pero primero enfatizó la santidad del Shabat, durante cuyo transcurso está prohibido efectuar cualquier trabajo. Cuando se les pidió que contribuyeran al fondo de construcción del Santuario, los benei Israel respondieron muy generosamente y cada individuo donó todo lo que pudo. Las mujeres capacitadas tejieron el material de lino. Los príncipes de cada tribu ofrecieron piedras preciosas para el pectoral, así como también aceite y especias para el incienso. Algunas mujeres donaron incluso sus espejos de cobre bruñido para la jofaina y su jarra.
Moshé hizo especial mención del hecho de que Hashem había elegido a Betzalel, de la tribu de Iehudá, un hombre sabio, comprensivo y de experiencia, para supervisar los detalles de la construcción. Fue ayudado por Oholiav, de la tribu de Dan, que eran un grabador y tejedor talentoso.
Las contribuciones para la construcción del Santuario fueron tan abundantes, que los trabajadores llegaron a informar que tenían más material del que necesitaban. Pronto, sección por sección, el Santuario y su contenido comenzaron a tomar forma. Se pidió entonces al pueblo que interrumpiera las donaciones.
Parashá Pekudei
Por orden de Moshé fueron calculados los gastos totales de la construcción del Santuario. La obra fue inspeccionada y aprobada por él mismo, que luego bendijo al pueblo por su aporte a ese magnífico logro.
El primer día del mes de Nisán, casi un año después de la partida de los judíos de Egipto, fue erigido el Mishkán bajo la supervisión personal de Moshé, y los elementos fueron dispuestos en su interior en el orden prescripto.
Una nube cubría el Mishcán, que estaba rodeado por la gloria de Hashem. Cada elevación de la nube indicaba el deseo de D-s de que los israelitas continuarán su viaje.
Lilmod ULelamed