La lectura de Nitzavim
coincide con el Shabat previo a Rosh Hashaná, Iom Hadin, Día del Jucio.
“Uds. Están presentes este día, todos ustedes frente al Eterno vuestro Dios”.
“Mira, ya he puesto delante de ti hoy la vida y la prosperidad, la muerte y la adversidad...la vida y la muerte, la bendición y la maldición”. Y ahora la Torá va más allá que darnos opciones—nos urge: “Elegirás la vida”. En la ocasión anterior la alternativa fue presentada al pueblo entero, ahora la elección se dirige al individuo. En la vez anterior lo que estaba en juego era la bendición y la maldición, ahora el dilema está entre la vida y la muerte.
Parece entonces que las bendiciones del pueblo todo dependen de las elecciones realizadas por los ciudadanos individualmente. La preocupación de la Torá no es el bienestar del individuo sino en qué medida el comportamiento de cada persona influencia en la vida del pueblo de D-s. Entonces cuando la Torá insta a la persona a escoger la vida ello significa que cada uno elija el tipo de conducta que afirme la vida para el pueblo entero.
Más aun. Cuando la Torá se refiere a la vida y la muerte para todo el pueblo, ella equipara vida con vida en la Tierra, y muerte con el exilio de la misma. El llamado a escoger la vida impulsa a cada individuo a elegir un modo de vida que posibilita que todo el pueblo permanezca en la Tierra.
La Torá también especifica el contenido espiritual de ese modo de vida: “amar a D-s, seguir Sus caminos, y cumplir Sus mandamientos”. Pues sólo así se cristalizará la tan anhelada Bendición sobre la Tierra para todos sus habitantes.
Ecos de esta idea la encontramos en una tradición posterior, en la oración vespertina, y quizás también en la clásica sentencia: “En Rosh Hashaná se suscribe...y quien vivirá y quien morirá.”
Nosotros, que hemos tenido el privilegio de asistir a la reconstrucción de la tierra de Israel, debemos meditar sobre esto conceptos cada noche, y especialmente cuando nos acercamos al “Día”, con mayúscula, el Día del Juicio.